Desde el primer día empezamos una transformación sin precedentes para tener una educación pública de calidad, poniendo a los chicos y a los docentes en primer lugar y sumando tecnología en las escuelas.
Cuando asumimos había una ausencia total de indicadores y de datos que mostraran la situación real de la educación pública. No se sabía cuántas escuelas había ni cuántos chicos estudiaban; y la currícula escolar no se había actualizado en más de una década.
Las pruebas Aprender demostraron que la mayoría de los alumnos tenían dificultades para resolver problemas básicos de Matemática y de Lengua. Además, en gran parte de las escuelas no se había realizado una inversión significativa en infraestructura en 28 años.
En 4 años de Gobierno, nos propusimos que cada vez más familias elijan la escuela pública para sus hijos, que los chicos aprendan en lugares que estén en condiciones adecuadas y que reciban los contenidos que los preparen para los desafíos de este tiempo y de mañana.
Trabajando en equipo, docentes, padres y alumnos, empezamos una transformación profunda para tener una educación pública de calidad donde nuestros hijos salgan de las escuelas preparados para afrontar sus desafíos y cumplir sus sueños.
Sabemos que falta pero tener una educación pública de calidad es fundamental. El desafío a futuro es que cada vez seamos más los que trabajamos por ese mismo objetivo.